La estación. Disset
Y si la muerte viene a buscarme, si la muerte viene a buscarme tiene permiso para entrar en casa, pero sepa, desde ahora, que nunca podré amarla. Y si he de partir con ella, y si he de partir con ella, todo lo que quede de mí, sean gusanos, ceniza o un acorde de mi viaje quiero que canten ese signo... vida, vida¡¡ Y al llegar a la estación todo era silencio. Sólo unos minutos más, y aparecería puntualmente el tren de las 15, 30 de corto recorrido que ansiosamente esperaba. Ella bajó elegantemente del vagon. Nos miramos a los ojos, y con disimulada expresividad, nos besamos fugazmente en el anden. Nadie nos había observado. Unos cuantos peldaños y nos esperaba la libertad. Nuestros cuerpos contenidos y cómplices del encuentro se fundieron en uno. Esas miradas a los ojos y la expresión de felicidad, la sonrisa en los labios y el beso intenso, el roce de las mejillas y el olor de pinos, el corazón palpitante y su pelo rubio brillando al sol. Sumidos en el abrazo, mi mano rozó superficialm