La Caleta.
El corcho rebotó en le techo, en una explosión de espuma. La observé tras los ventanales; parecía divisar el mar y su estruendo, la vi dibujarse con un vestido de gasa, un vestido agitado por una pequeña brisa nocturna; en un instante recordé la llegada a la Caleta, la sentí apoyada en mi hombro; el calor de su rostro traspasaba mi ropa, mientras yo observaba cómo el mar me saludó a través de los árboles. El bus nos dejó a unos 500 metros de la playa. ¿Cuántas veces me había recibido la Caleta de igual forma? ¿Cuántas veces observé esas casas que me parecían maquetas desvencijadas amarradas a los cerros? ¿Cuántas veces, una iglesia pequeña y hermosa, me hizo la venia de bienvenida, cómo diciéndome: 'No puedes dejarme, esta es tu magia'? Cuándo salí al balcón, la encontré ensimismada y el mar me impactó con su sonido profundo. Miré al cielo y cirrus de nubes algodonadas, eran pintadas en diferentes matices por la argentada luna. El mar es el espejo del universo y en el