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Mostrando entradas de octubre, 2012

Alpujarra en la niebla. Maribel Cerezuela

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Alpujarra en la niebla , a photo by Diariovoz on Flickr. un día precioso para estar en casa, asar castañas en la lumbre de la chimenea y jugar unas cartas, ajedrez o dominó.

Alpujarra en la niebla. Maribel Cerezuela

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Alpujarra en la niebla , a photo by Diariovoz on Flickr. un día precioso para estar en casa, asar castañas en la lumbre de la chimenea y jugar unas cartas, ajedrez o dominó.

Lo que no está escrito. Novela de Rafael Reig

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Rafael Reig Lo que no está escrito.    1ª edición: septiembre de 2012 ISBN: 978-84-8383-428-2 Depósito Legal: B.22.336-2012 Tusquets Editores, S.A. - Cesare Cantú, 8 08023- Barcelona

Lo que no está escrito. Novela de Rafael Reig

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Rafael Reig Lo que no está escrito.    1ª edición: septiembre de 2012 ISBN: 978-84-8383-428-2 Depósito Legal: B.22.336-2012 Tusquets Editores, S.A. - Cesare Cantú, 8 08023- Barcelona  

"El viaje de Marcos" de Oscar Hernández comentado por Maribel Cerezuela

"El viaje de Marcos". Esta vez le ha tocado a un libro. Ya cansaba de tanto reto de poesía. El libro en cuestión fue el Ganador del IV Premio Odisea del año 2002; publicada por la Editorial DeBolsillo en marzo de 200 4. La imagen de la portada es una fotografía de Getty Images que representa a dos chicos que van corriendo cogidos de la mano. Transmiten una vitalidad, alegría y felicidad propia, a mi parecer, de la edad que tienen. Lo destaco porque la portada que años después han puesto, ni me llama tanto la atención ni me gusta. La fotografía de Getty me gusta muchísimo más. Está preciosa. - Aquí no tengo escaner y la fotografía del original que he encontrado en Internet de la misma editorial es muy pequeñita. El libro está narrado en primera persona por el protagonista, Marcos, que, mientras el tren se dirige a casa de su abuela, recuerda los tiempos de esa edad difícil que son los 18 años y, ese otro viaje que hizo, hace ahora 25 años, con su hermano gemelo, al mismo lug

"El viaje de Marcos" de Oscar Hernández

"El viaje de Marcos". Esta vez le ha tocado a un libro. Ya cansaba de tanto reto de poesía. El libro en cuestión fue el Ganador del IV Premio Odisea del año 2002; publicada por la Editorial DeBolsillo en marzo de 200 4. La imagen de la portada es una fotografía de Getty Images que representa a dos chicos que van corriendo cogidos de la mano. Transmiten una vitalidad, alegría y felicidad propia, a mi parecer, de la edad que tienen. Lo destaco porque la portada que años después han puesto, ni me llama tanto la atención ni me gusta. La fotografía de Getty me gusta muchísimo más. Está preciosa. - Aquí no tengo escaner y la fotografía del original que he encontrado en Internet de la misma editorial es muy pequeñita. El libro está narrado en primera persona por el protagonista, Marcos, que, mientras el tren se dirige a casa de su abuela, recuerda los tiempos de esa edad difícil que son los 18 años y, ese otro viaje que hizo, hace ahora 25 años, con su hermano gemelo, al mismo lug

LA PUNTA DE LA LENGUA. ALEX GRIJELMO

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   Otra casualidad. Limpiando estanterías de libros, en un rincón, tapada con su funda, inadvertida después de tantos años, me he encontrado esta tarde con esta maravilla de la escritura: la famosa, al menos en su época, Olivetti Línea 98, que tantas oposiciones me libró y a tantas llevé.  Mira que he pasado ratos malo al trasladarla. ¡Vaya que si pesa! No me acordaba.  Pero si las manos y los brazos llegaban  dormidos, ¿cómo escribía después los textos de las pruebas? Parece que fue ayer, pero de ese ayer hace ya unos ocho años. Estoy releyendo el libro de Álex Grijelmo, “ L a punta de la lengua. Críticas con humor sobre el idioma y el Diccionario”. Todo esto viene a que, actualizando y activando fotografías que han dejado de existir o se han trasladado de una carpeta a otra dentro, del mismo dominio de Picassa, al dejar de verse y dar error, me estoy dando la pasada, tediosa, de subir las mismas, o cambiar las fotos directamente y ahorrar tiempo. En el quitar y poner, tarea ardu

La punta de la lengua. Maribel Cerezuela

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   Otra casualidad. Limpiando estanterías de libros, en un rincón, tapada con su funda, inadvertida después de tantos años, me he encontrado esta tarde con esta maravilla de la escritura. La famosa, al menos en su época, Olivetti Línea 98, que tantas oposiciones me libró y a tantas llevé.  Que mira que he pasado un rato malo al trasladarla. Vaya que si pesa. No me acordaba.  Pero si las manos y los brazos llegan hechos bicarbonato ¿Cómo escribía después? Parece que fue ayer, pero de ese ayer hace ya unos ocho años. Estoy releyendo el libro de Álex Grijelmo, “ L a punta de la lengua. Críticas con humor sobre el idioma y el Diccionario”. Todo esto viene a que, actualizando y activando fotografías que han dejado de existir o se han trasladado de una carpeta a otra dentro, del mismo dominio de Picassa, al dejar de verse y dar error, me estoy dando la pasada, tediosa, de subir las mismas, o cambiar las fotos directamente y ahorrar tiempo. En el quitar y poner, tarea ardua y un tanto ab

El sombrero . Parte III. Maribel Cerezuela

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Como dice un amigo común: "anda, traduce, que es desesperante la ignorancia", Fernando, como quien sabe que es dueño de lo único y tangible, se hace un poco de rogar pero traduce el texto escrito en esperanto: "Mañana a las doce pasará la comitiva por la plaza del Ayuntamiento. Que no salga de la plaza con vida. Las órdenes son sólo para  el objetivo. Nadie más saldrá herido. No queremos quedar mal con el resto de Europa ni mala prensa internacional. Si hay algún problema comunicarlo antes de la madrugada del día señalado" ¿Querían atentar contra la monarquía? ¿Contra Primo de Rivera? - Se quedó pensativo ¿Qué pasaría en aquél atentado? Si algo pasó, nada como un buen periódico para leerlo. - Ahora vengo. Tengo que hacer algo urgente y quedamos en una hora aquí mismo vale?- No. He quedado con la pandilla. Más bien, quedé hace ya media hora. Me dejarán en tierra sin pensarlo dos veces, como no aparezca, ya, por la plaza de San Pedro. Y son muy capaces de dejarme sin

El sombrero . Parte III. Maribel Cerezuela

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Como dice un amigo común: "anda, traduce, que es desesperante la ignorancia", Fernando, como quien sabe que es dueño de lo único y tangible, se hace un poco de rogar pero traduce el texto escrito en esperanto: "Mañana a las doce pasará la comitiva por la plaza del Ayuntamiento. Que no salga de la plaza con vida. Las órdenes son sólo para  el objetivo. Nadie más saldrá herido. No queremos quedar mal con el resto de Europa ni mala prensa internacional. Si hay algún problema comunicarlo antes de la madrugada del día señalado" ¿Querían atentar contra la monarquía? ¿Contra Primo de Rivera? - Se quedó pensativo ¿Qué pasaría en aquél atentado? Si algo pasó, nada como un buen periódico para leerlo. - Ahora vengo. Tengo que hacer algo urgente y quedamos en una hora aquí mismo vale?- No. He quedado con la pandilla. Más bien, quedé hace ya media hora. Me dejarán en tierra sin pensarlo dos veces, como no aparezca, ya, por la plaza de San Pedro. Y son muy capaces de dejarme sin

El sombrero . Maribel Cerezuela

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El sombrero. Parte I. Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir con Twitter Compartir con Facebook Fotografía de un sombrero de copa, tomada prestada de internet de una página cualquiera, para ilustrar el tema que nos ocupa. Paseaba sin mucho ánimo. Había estado en casa de Joseph. Rambla abajo, iba pensando lo que había pasado hacía apenas una hora. Me toqué el bolso con recelo. No podía perderlo. Y ahora , con cierta desazón, se dijo, menos que nunca. Tocó a la puerta y le abrió Joseph, como siempre, guitarra en mano, dedos ágiles, certeros, sin dejarle ni hablar, le tocaba una y otra vez, a modo de ensayo, cada nota de sus nuevas creaciones. Al rato de escucharle le interrumpió y le dijo, sin piedad, que el tiempo, también a él, le estaba dejando su impronta particular. No emocionas Joseph. No me emociona oírte. Déjalo un rato anda. No era el Joseph que emocionaba como aquellos días en el apartamento de la playa cuando, después de cada corto improvisaba otro más y

Una tarde en el puerto. Maribel Cerezuela

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Aceptado el reto de nuestro amigo Miguel Álvarez, cómo no, a mi que tanto me gustan los retos, me lanzo con este poema guardando, sin pudor, la rima exigida y aprendida. He tenido que recordar, vive dios, lo dado en la escuela cuando una era niña, pero no importa, si con ello, demuestro que una, ante los retos, no se intimida Una tarde en el puerto A)    Hay pintura de manga por las ramblas del puerto B)    y un montón de pinceles rotos en cada esquina. B)    Rueda bajo los adoquines un aire de marina A)   como oleoso e intenso se anuncia el desconcierto. C)   La gente impaciente, espera el nombre del primero, C)   y tú, bajo esa mirada inquieta, te sientes caballero A)   observando los restos que en la pared han muerto. D)   Llega la noche. Recogen aprisa el material clasificado, B)   restos de dibujos, bocetos,  montones de  parafina,  C)   donde la prensa y la  radio, anuncian como primero, D)   lo que de todos es conocida como la obra "E l lisiado" Me niego a remendar el

Una tarde en el puerto. Maribel Cerezuela

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Aceptado el reto de nuestro amigo Miguel Álvarez, cómo no, a mi que tanto me gustan los retos, me lanzo con este poema guardando, sin pudor, la rima exigida y aprendida. He tenido que recordar, vive dios, lo dado en la escuela cuando una era niña, pero no importa, si con ello, demuestro que una, ante los retos, no se intimida Una tarde en el puerto A)    Hay pintura de manga por las ramblas del puerto B)    y un montón de pinceles rotos en cada esquina. B)    Rueda bajo los adoquines un aire de marina A)   como oleoso e intenso se anuncia el desconcierto. C)   La gente impaciente, espera el nombre del primero, C)   y tú, bajo esa mirada inquieta, te sientes caballero A)   observando los restos que en la pared han muerto. D)   Llega la noche. Recogen aprisa el material clasificado, B)   restos de dibujos, bocetos,  montones de  parafina,  C)   donde la prensa y la  radio, anuncian como primero, D)   lo que de todos es conocida como la obra "E l lisiado" Me niego a remendar el

Una tarde en el puerto. Maribel Cerezuela

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Aceptado el reto de nuestro amigo Miguel Álvarez, cómo no, a mi que tanto me gustan los retos, me lanzo con este poema guardando, sin pudor, la rima exigida y aprendida. He tenido que recordar, vive dios, lo dado en la escuela cuando una era niña, pero no importa, si con ello, demuestro que una, ante los retos, no se intimida Una tarde en el puerto A)    Hay pintura de manga por las ramblas del puerto B)    y un montón de pinceles rotos en cada esquina. B)    Rueda bajo los adoquines un aire de marina A)   como oleoso e intenso se anuncia el desconcierto. C)   La gente impaciente, espera el nombre del primero, C)   y tú, bajo esa mirada inquieta, te sientes caballero A)   observando los restos que en la pared han muerto   D)   Llega la noche. Recogen aprisa el material clasificado, B)   restos de dibujos, bocetos,  montones de  parafina,  C)   donde la prensa y la  radio, anuncian como primero, D)   lo que de todos es conocida como la obra del lisiado Me niego a remendar el entuerto.

El sombrero parte II. Maribel Cerezuela

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Andrés y Jospeh bajaron los tramos de escaleras de dos en dos, de tres en tres, os vais a matar, comenté, pero ya no me oían. Llegaban tarde. Llamarme cuando lleguéis que me quede tranquila, vale?. Ni puñetero caso. Habían dado la vuelta a la calle Concepción y se metían en la cochera -almacén- sala de ensayo del grupo y, sin decir ni adiós cogieron camino rambla abajo hacia el puerto. Ella también los siguió, pero andando despacio y con sus pensamientos entrecruzados entre la mezcla de emoción e incertidumbre. Se paró en el rellano de la plazoleta “Miguel de Unamuno”. Antes de cruzar la rambla tenía que saber qué ponía aquella nota. Metió su mano en el bolsillo del pantalón y cogió el papel pergamino. Vaya, se dijo. No entiendo nada de lo que pone. Está escrito con signos que no entiendo, no es latín, ni griego, ni un idioma conocido. Cogió el móvil y sin pensarlo dos veces llamó a su amigo Fernando. En seguida contestó y sin decirle nada más le leyó, o mejor le deletreó la primera co

El sombrero parte II. Maribel Cerezuela

Andrés y Jospeh bajaron los tramos de escaleras de dos en dos, de tres en tres, os vais a matar, comenté, pero ya no me oían. Llegaban tarde. Llamarme cuando lleguéis que me quede tranquila, vale?. Ni puñetero caso. Habían dado la vuelta a la calle concepción y se metían en la cochera -almacén- sala de ensayo del grupo y, sin decir ni adiós cogieron camino rambla abajo hacia el puerto. Ella también los siguió, pero andando despacio y con sus pensamientos entrecruzados entre la mezcla de emoción e incertidumbre. Se paró en el rellano de la plazoleta “Miguel de Unamuno”. Antes de cruzar la rambla tenía que saber qué ponía aquella nota. Metió su mano en el bolsillo del pantalón y cogió el papel pergamino. Vaya, se dijo. No entiendo nada de lo que pone. Está escrito con signos que no entiendo, no es latín, ni griego, ni un idioma conocido. Cogió el móvil y sin pensarlo dos veces llamó a su amigo Fernando. En seguida contestó y sin decirle nada más le leyó, o mejor le deletreó la primera co

El sombrero, Parte I. Maribel Cerezuela

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Fotografía de un sombrero de copa, tomada prestada de internet de una página cualquiera, para ilustrar el tema que nos ocupa . Paseaba sin mucho ánimo. Había estado en casa de Joseph. Rambla abajo, iba pensando lo que había pasado hacía apenas una hora. Me toqué el bolso con recelo. No podía perderlo. Y ahora , con cierta desazón, se dijo, menos que nunca. Tocó a la puerta y le abrió Joseph, como siempre, guitarra en mano, dedos ágiles, certeros, sin dejarle ni hablar, le tocaba una y otra vez, a modo de ensayo, cada nota de sus nuevas creaciones. Al rato de escucharle le interrumpió y le dijo, sin piedad, que el tiempo, también a él, le estaba dejando su impronta particular. No emocionas Joseph. No me emociona oírte. Déjalo un rato anda. No era el Joseph que emocionaba como aquellos días en el apartamento de la playa cuando, después de cada corto improvisaba otro más y le aplaudíamos sin cesar. Era emocionante oírlo. Ahora no hablaba de religión, ya hace tiempo que comprendió que no v

El sombrero, Parte I. Maribel Cerezuela

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Fotografía de un sombrero de copa, tomada prestada de internet de una página cualquiera, para ilustrar el tema que nos ocupa . Paseaba sin mucho ánimo. Había estado en casa de Joseph. Rambla abajo, iba pensando lo que había pasado hacía apenas una hora. Me toqué el bolso con recelo. No podía perderlo. Y ahora , con cierta desazón, se dijo, menos que nunca. Tocó a la puerta y le abrió Joseph, como siempre, guitarra en mano, dedos ágiles, certeros, sin dejarle ni hablar, le tocaba una y otra vez, a modo de ensayo, cada nota de sus nuevas creaciones. Al rato de escucharle le interrumpió y le dijo, sin piedad, que el tiempo, también a él, le estaba dejando su impronta particular. No emocionas Joseph. No me emociona oírte. Déjalo un rato anda. No era el Joseph que emocionaba como aquellos días en el apartamento de la playa cuando, después de cada corto improvisaba otro más y le aplaudíamos sin cesar. Era emocionante oírlo. Ahora no hablaba de religión, ya hace tiempo que comprendió que no v