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Mostrando entradas de enero, 2016

Cartas a Antígona. Avefenix

Querida Antígona. No sé como empezar, siempre cuesta más trabajo empezar la primera carta, es como patinar por un gran lago de hielo, blanco, resbaladizo, con miedo por no saber si caeré. Tengo tanto que decir, tanto que sacar de todos los rincones, y la mano se me resiste, quizás sea porque no sabe bailar, o le da vergüenza poner los sentimientos acostados sobre tan blanco tapiz, a la vista de todos, panza arriba, sin defensas. Tal vez sean esos sentimientos los que paralizan la mano, a los sentimientos les gusta andar de puntillas, disfrazarse con cara de otros para que no los reconozcamos, así nadie sabe que somos frágiles y hermosos como el cristal de Murano. Les gusta mas enseñar la cara hierática, pétrea, que parece que impone mas, que nos hace más fuertes, cuando en realidad nos tenemos que recomponer con el adhesivo de las caricias y las miradas dulces, tanta debilidad acumulada en el cajón de nuestra intimidad. Te voy a contar mi batalla contra la muerte, esa muerte que s

© Abraham Ferreira Khalil

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UNA HOJA Cesó la hoja su esencial jornada y su silencio es surco sin cultivo. El péndulo, que oscila vengativo, apenas toleró una bocanada. En el discurso fiel de una mirada llovió la muerte y destruyó el estribo que encadenaba su alma al tronco vivo como a un barco la oscura marejada. Un hilo fuiste, hoja tenebrosa, cortado por las alas del misterio como el atuendo de la mariposa. Tu libertad pendió de un cautiverio. Fuiste y ya no eres, vida silenciosa, símbolo y huésped del callado imperio. © Abraham Ferreira Khalil

Un recuerdo para Hernán Sotomayor. Edilberto Guerrero

Atajitos de caña, canción de Hernán Sotomayor Para tus ojos verdes... amor de caña verde. Para tu piel dorada... mi sed de espiga sembrada. Para tus ojos verdes... amor la caña verde. Para tu piel dorada... mi sed la espiga sembrada. Para ti mi canción bajara la quebrada ojalá llegue al rio donde estás amada y te diga al oído que el cañal me ha azotado y ha quebrado mis versos... de amor para decirte mía. Atajitos de caña llegaste a mi vida atajitos de miel endulzaste mi alma atajitos de amor te fui queriendo como la caña verde al sol y el pan a la espiga como la caña verde al sol y el pan a la espiga atajitos de caña... martes 4 de marzo de 1997, 17:35  Homenaje de Edilberto Guerrero a este gran compositor.

Mare. Abraham Ferreira Khalil

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MARE Un cíclope de hábitos sombríos engulló anoche las mansiones profundas del delirio. Fue la fugacidad su límite inasible en aquel óculo, tan avasalladora que mi cuerpo, enfermo de vorágine, se desdibujó. Y no entiendo si el asalto culminó en mis arenas o en aquella velada en que el mar, criatura del sollozo, emergió a la vida para sepultar su muerte. El mar, sin duda, alberga en su intestino pasadizos que asilo ofrecen a los desventurados. Es poderosa luz y maquinaria que ciertas noches visita los palacios con su avasalladora corpulencia; dispuesta a engullir los espantos de la aurora. Dispuesta a rebelarse cual testigo delante de un atónito jurado. ¡No! No está en el mar la muerte ni pintan sus espacios nueva vida. El mar, tan típico alborozo, es pirámide en cuyo estómago a veces he entonado ascéticos cantares. Fe de ello da su inhóspito oleaje, y su coro de muertos sonámbulos cautivo en los pasajes sumergidos. © Abraham Ferreira Khalil

MARE. ABRAHAM FERREIRA KHALIL

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Un cíclope de hábitos sombríos engulló anoche las mansiones profundas del delirio. Fue la fugacidad su límite inasible en aquel óculo, tan avasalladora que mi cuerpo, enfermo de vorágine, se desdibujó. Y no entiendo si el asalto culminó en mis arenas o en aquella velada en que el mar, criatura del sollozo, emergió a la vida para sepultar su muerte. El mar, sin duda, alberga en su intestino pasadizos que asilo ofrecen a los desventurados. Es poderosa luz y maquinaria que ciertas noches visita los palacios con su avasalladora corpulencia; dispuesta a engullir los espantos de la aurora. Dispuesta a rebelarse cual testigo delante de un atónito jurado. ¡No! No está en el mar la muerte ni pintan sus espacios nueva vida. El mar, tan típico alborozo, es pirámide en cuyo estómago a veces he entonado ascéticos cantares. Fe de ello da su inhóspito oleaje, y su coro de muertos sonámbulos cautivo en los pasajes sumergidos. © Abraham Ferreira Khalil

Valle de Lanz. Pilar Quirosa

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Pilar Quirosa-Cheyrouze (Tetuán, 1956) PILAR QUIROSA-CHEYROUZE. PRÓLOGO DE MANUEL GAHETE SUROESTE Alcánzame en la popa del navío mientras ruge el cips en el invierno del alma. Haz que despierte de esta escena eterna. Delegada de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles en Almería. (AEAE). Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada. Especialidad de Prehistoria e Historia Antigua. Diplomada en Idiomas (Francés e Inglés) por la Escuela Oficial de Idiomas. Universidad de Granada. Directora del departamento de Arte y Literatura del Instituto de Estudios Almerienses de la Excma. Diputación Provincial de Almería. Miembro de la directiva de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios (AACL). Miembro adherido de la Sociedad General de Autores de España (SGAE). Miembro del Ilustre Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias. Socio de CEDRO (Centro de edición de Derechos Reprográficos). Ha sido Presidenta del Ateneo de Almería