Washington Daniel Gorosito Pérez. Muerte, Dolor y Elegancia.

-1-

Voy a empezar por el principio
Y sin  embargo algunas cosas
No suelen empezar por el principio,
Ni en general, tampoco,
Terminar en el final,
La mayoría de las veces comienzan 
Por la mitad.

Sólo algunas veces, afortunadas, desde el principio
Son  y allí comienzan.
Por otra parte, algunas veces terminan por el comienzo
O antes de terminar y algunas veces
Duran hasta después.

La vida es una de esas cosas,
El tiempo es otra,
Y, definitivamente, la muerte es una de ellas.
O, a lo mejor, todo es así.
Pero eso no es lo mejor, eso es lo peor.
Luego, debo decir: a lo peor todo es así.
O a lo mejor,
Mejor es no decirlo de ningún modo.

El punto de partida es esto, entonces
Esto, aquí y en este instante, ahora,
Y el tema es ése, ése es
El problema, el asunto, ésa, es la llaga
Pero también el dedo que se hunde en ella.
¿Y la solución cuál es?

La solución es cerrar el puño y cogerlo, 
Apretar el corazón, como si fuera un puño,
Apretar el pensamiento como si fuese un puño,
Y cogerlo prisionero, verlo claro
Al pensamiento, al corazón, como un pájaro nervioso,
Y después dejarlo ir y que la vida
Se la harten de una vez.

Pero después,
Después de haberla comprendido,
De haberlo tenido en el puño,
Prisionera un instante,
Por un instante mía.
Y otro tanto con el tiempo.
Y otro tanto con la muerte.



-2-


En la mitad está el principio
Y el principio en el final, y el final
En el principio, en el comienzo mismo,
Como dijo San Pablo, que el hombre cuando nace,
En el nacimiento mismo, se tropieza con la muerte.
Estoy hablando del pájaro nervioso 
Que no tiene principio ni final
Sino mitad solamente,
“en la mitad de la vida”
como lo dijo Dante.
Estoy hablando de eso.

Es un asedio de palabras,
Un sitiar al silencio,
Una emboscada a lo desconocido:
El tiempo, la vida, la muerte, yo mismo.
No “mismo”, diferente, y desde luego
Desconocido, silencioso.
Ya quisiera yo que esto no fuera más que literatura.
¡Ya quisiéramos señores!

En primer lugar, la vida, 
Y en segundo y en tercer lugar también.
Y aunque nos de vergüenza,
La soledad de isla que hay entre la gente,
El hecho escueto, crudo, la verdad aleteando
Como una paloma presa entre las barras del pecho
Es que no sé, no sabes, no sabemos
A quién estamos esperando o qué cosa,
Qué es eso, quiero decir, la vida,
Las cosas, uno mismo, este silencio, 
Como una puerta abierta al gran vacío,
Tan grande como Dios que existe

Quién sabe qué delito la rosa encubre,
Quién sabe qué cosa perdió el viento y lo busca.
Quién sabe en que noche duerme la noche.
Cuando al final del día, cierro mi libros,
Reviso mis heridas, cierro los ojos y pienso:
Estoy vivo, lo he estado siempre y lo estaré para siempre.
Exactamente como el muerto,
Que es como si no hubiera nacido nunca.




-3-

Así también el vivo, que es como si no hubiera nacido nunca,
Ni tuviese nunca que morir tampoco.
Pero muere, lo matan desde fuera, le cae una teja en la cabeza
Un microbio, un virus, un balazo, un hechizo...desde fuera,
Siempre desde fuera,
Porque la vida misma es inmortal, sin principio y sin final, 
Como la muerte, exactamente igual.
Como la muerte.

Me he sentado a pensar. No oigo
La jauría de perros. Mi corazón es el conejo.
No oigo el canto de sirenas.
El niño que yo fui es Ulises.
El corazón me palpita como un conejo en pánico,
Y la nuca me tiembla y el amor se me cuela a los huesos,
Como si estuviera huyendo de ladridos de perros.

Pero estoy huyendo del dolor, no de los ladridos,
El dolor no comprende los sentimientos humanos,
Traiciona, hiere, agrede y hostiliza sin el más
Mínimo remordimiento.
El dolor viene del Diablo.
Es su tacto, su caricia.
El dolor nos hace inclinarnos, suplicar, huir.
Y el dolor se revela como el hermano de la muerte.
Nos llena de terror, pero sin él la vida sería incomprensible.

No vas a poder cogerlo con las manos,
Ni con el corazón,
Y mucho menos con el pensamiento.
No se deja, es de aire, aire que se cuela entre los huesos, 
Aire frío, silencio lloviendo sobre las palabras,
Derritiéndolas.

Y las palabras se reconstruyen,
Y el mensaje no lo vamos a poder decir nunca,
Nunca, de ningún modo, de eso no tengo la menor duda.

Pero siempre estaremos al borde de decirlo,
La palabra exacta,
En la punta de la lengua, como se dice.
Y es como si li hubiésemos olvidado,
Pero no es verdad,
No lo hemos sabido nunca,
No lo vamos a saber jamás. 


-4-

Nunca la vida ha sido más trivial,
Casi sin poetas,
Plana, insulsa, más bien aburrida,
Pero ni siquiera eso mucho.
Estoy hablando de la muerte.
Y estoy hablando de ti, no mires a los lados.
Estoy hablando de mí, de ti, de todos.
Puede que no sea serio,
Puede que ni siquiera sea muy interesante.
Eso es bien posible.
Pero es verdad, y eso, que puede no ser mucho, 
Es algo por lo menos,
Y desde luego es todo cuanto tenemos.

Cuando te vayas y te la quieras llevar.
Si es que te la quieres llevar,
Y es qué hipotéticamente hubiese un sitio
Donde llevarla,
Te va a caber entera en un bolsillo.

Entonces, compañero, hermano hombre,
Animal de mi especie,
Si te preguntan por la vida,
Mejor dices que se te olvidó,
Entre tanto dolor y placer,
Que no te diste cuenta,
Que no te fijaste bien.
Por lo menos seamos elegantes.
Por lo menos.

   Autor: Washington Daniel Gorosito Pérez
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