DEMOLICIÓN de FRANCISCO CAÑABATE RECHE, por JOSÉ ANTONIO SANTANO

Vivimos tiempos confusos, también de autocomplacencia. Visto así parecería contradictorio, pero no. Lo uno lleva a lo otro, y viceversa. La carencia de estímulos capaces de provocar en las personas la necesidad de plantearse el análisis o la meditación relacionada con todo lo que le rodea, dejándose arrastrar hacia el acomodo y la indiferencia lleva, sin lugar a dudas, a la autocomplacencia. Si esto se produce en cualquier ámbito de la vida, también ocurre cuando tratamos de la literatura. Existe una aceptación cada vez más mayoritaria respecto a un canon o una tendencia determinada, muy mediática y mercantilista que daña la esencia misma de lo literario. El tiempo, estoy seguro, pasará por encima de quienes ahora, autocomplacidos por su suerte y sus amistades ocupan un lugar preferente, para ser al final del camino, tan invisibles como olvidados. Lo verdaderamente literario trascenderá ese tiempo y se perpetuará en las bibliotecas y en la memoria de los lectores. El camino de la