PILAR QUIROSA
Hay días que te apetece releer a autores a los que le dedicaste mucho tiempo porque amabas su palabra escrita. Recordar buenos momentos y agradecer una vez más lo mucho que hicieron con su trabajo para llegar a muchas personas que se abrían camino en el mundo de la poesía o, simplemente, que habían vuelto a editar un libro. Siempre tenía tiempo para ir a presentaciones, nunca defraudaba a nadie. Me estoy acordando de las veces que colaboró con la Revista Transparencias y sus exposiciones en Caja Granada. En concreto he copiado el poema "NAVEGACIONES" que se publicó en la revista nº 18.
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Pilar Quirosa, Miguel Naveros, Julio Alfredo Egea y María Ángeles Lonardi |
NAVEGACIONES
I.- HACIA EL MAR
Llegas, amarrado al instinto.
Aquel lugar aparente,
asidero invisible de vida y de contornos,
viviendo al límite,
añorando posesiones,
al servicio de la aridez.
Leo la tablilla, que por azar anida
entre mis manos; y rompo
una lanza, y de oeste a este, navego
a través del espejismo.
Un mundo antiguo, de estructura decadente,
acorazado el corazón, refugiado en la mesura
tiempo de reinos, de naufragios y de retamas,
de dioses y de corazas, arena y ceniza del tiempo.
Llueve intensamente, y soy testigo de
una estirpe por llegar,
una leyenda negra de mortandad y de oprobios,
cerca de los pueblos del mar.
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Revista Transparencias n. 18 |
II.- EL GUERRERO
Es tiempo derrotado,
destino sofocado por las horas,
aquellas que no regresan,
triste epitafio marino.
Tipografía árida,
transitables fortalezas
que se derrumba,
al menor soplo de viento.
Factura inviable, imagen
escrita en la tragedia.
Bárbaros carros, enlaces,
boras enfundadas de espinas
y un adiós ultimo, y fiel,
enredándose entre tus cabellos,
quizás mi única patria,
Un camino angosto,
inmerso en la imposible espesura,
en el vaivén de los días.
Una esperanza, tardía,
en la escarpada cornisa,
mercenarios entre las sombras.
En esa estrecha miríada de voces,
años de ruinas de vacíos,
de soledades y derrumbe.
III.- LA DERROTA
Luces y sombras, rumor de olas,
mientras los pueblos
sucumben ante su sueños,
y buscamos la protección
entre las hojas no nacidas
del imposible calendario.
Enemigo mío, cruel tiempo,
pesadilla inmensa,
generada por los lustros.
Jabalina letal,
atravesando músculos y arena.
Confiado, tú, nombre mediterráneo,
unido a tu casco y a tu destino,
ante la pesadilla
de una noche nacida, con aristas,
hacia el final de los tiempos,
desde la eternidad de la flameada,
como punta de metal atravesando
horizontes, hielo, mares, sudor y batallas,
por siempre vulnerable.
Enemigo mío, unido, por siglos,
al arquero y al auriga.
IV.- EL REGRESO
Del desfiladero, la piel,
horadada por el llanto.
La página final que todo lo anega,
la fe, la paz, el principio.
Tiempo, tras la oleada de invasiones,
de gritos en silencio.
De voces apagadas
por el peso de la Historia.
Horas atravesadas por las lanzas
de lo inefable: tú, portador de la muerte,
de todas las muertes posibles e inevitables,
travesía falaz e inamovible,
vivida en constante afrenta.
Amante y seductor de las estrellas
que todavía brillan en el horizonte,
cálido regreso a Medina Habu,
posible paraíso iluminado.
Más allá de la última playa,
más allá del Egeo,
la única salida posible: navegación final,
definitivo descanso del guerrero
en el hallazgo atemporal de tu cuerpo
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