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Café a las siete. Luis Santillán.

CAFÉ A LAS SIETE   La secta               Tengo un conocido, que recientemente publicó un artículo en un diario nacional en el que se sentía parte integrante junto a otros insignes colegas de una peculiar secta que se hacía llamar a sí misma como la de los congetianos, entendiendo por tales a los admiradores de José María Conget, según Ignacio Martínez de Pisón, uno de los autores menos difundidos pero más interesantes, lo que se puede interpretar el que con el tiempo se convierta en un autor de culto. Yo, que ni conocía ni había leído a José María Conget, no pude por menos que mostrar mi sorpresa y extrañeza por la confluencia en apenas siete días de dos recomendaciones de dicho autor, y ambas abaladas por dos de los más prometedores narradores de nuestra literatura. Pero cual sería mi sorpresa cuando leyendo Una cita con Borges del propio Conget, recientemente editado por Renacimiento, me encuentro con uno de sus pasajes titulado El final de una secta , en el que aludía a los mi

Café a las siete. Luis Santillán.

CAFÉ A LAS SIETE   La secta               Tengo un conocido, que recientemente publicó un artículo en un diario nacional en el que se sentía parte integrante junto a otros insignes colegas de una peculiar secta que se hacía llamar a sí misma como la de los congetianos, entendiendo por tales a los admiradores de José María Conget, según Ignacio Martínez de Pisón, uno de los autores menos difundidos pero más interesantes, lo que se puede interpretar el que con el tiempo se convierta en un autor de culto. Yo, que ni conocía ni había leído a José María Conget, no pude por menos que mostrar mi sorpresa y extrañeza por la confluencia en apenas siete días de dos recomendaciones de dicho autor, y ambas abaladas por dos de los más prometedores narradores de nuestra literatura. Pero cual sería mi sorpresa cuando leyendo Una cita con Borges del propio Conget, recientemente editado por Renacimiento, me encuentro con uno de sus pasajes titulado El final de una secta , en el que aludía a los mi