EN BUSCA DEL CAZADOR

 

EN BUSCA DEL CAZADOR



 



Contar la vida real de una vida tan
llena de vicisitudes, como pueden haberlo sido millares de vidas de aquellos
tiempos almerienses y españoles en los que las tormentas no caían del cielo,
sino que las provocaban personas. Personas que despreciaban o infravaloraban
las consecuencias de sus potentes voces para incitar a matarse en cantidades
ingentes y con mentes de egos absolutos y cerradas. Muertes y vidas tan crudas
para ser descritas que incluso, aunque la persona sea próxima y los hechos,
verdad, la piel   tiende a emanar ese olor a carne fresca, a lágrimas
y a esperanza casi incongruente por los tiempos que vivieron. Pero también es
cierto que la muerte próxima nos hace aproximarnos instintivamente a la vida y
su evocación continua de luz, contrastes y creación.



        
Al tratarse
de mi abuelo-padre y escuchar sus bondades o del orgullo de haberle conocido,
escuchado y conversado con él, se me presenta una incoherencia por que como
dice un sabio proverbio, si todos denigran algo examínalo, si todos aceptan o
están de acuerdo en algo examínalo.



        
Abuelos que
sólo de su ser y corazón los nietos conocen. Que sólo los nietos saben cómo son
los abuelos…por encima de lo que sus padres entendieran sobre sus padres. El entendimiento
más secreto es el entendimiento entre pequeños secretos, escondites convenidos
y ocultos para las onzas de chocolate, refugio de riñas, defensa firme de ser
encerrados en habitaciones, de ser corregidos con severidad por una culpa sin
mala intención de causar estropicio. Castillo de miles de juegos, donde teatros
pequeños y sueños grandes correteaban, por su dormitorio y su estudio entre
lienzos, aparatos complicados de televisión y fotografía y calaveras que
parecían ser secretos de batallas antiguas de antiguos piratas con sombreros y
piel talladas en palmas de palmera cobriza y seca, con ojos penetrantes de
plástico.





Abuelos que nos enseñaban a cuidar y
que revivía la libertad de improvisar, ingeniar y saltarse las normas de lo
seguro, lo correcto, lo que se debía de comer o no comer a esas horas y a
hurtadillas… Y una prima Maripaz llena de preguntas, practicando a enamorarse
teatralmente mientras recordaba sonreír, sin sarcasmos, e imaginaba ser
doncella, princesa y dama a rescatar de un torreón  que no distaba del
suelo lo más que lo que un taco amplio de madera la separaba  del firme de
baldosas amarillo y blanco de la sala de trabajo (y dormitorio). En su mente se
vestía enjoyadas con piñas y brotes de piñas, pajas de pino entre sus rizos
como rayos de luz o estrellas que nacieran de su diadema improvisada de pino..
quería ser de nuevo una princesa, sin sus hermanas, que tendían a restarle
protagonismo o valor a sus esmeradas historias.



Ella quería ser feliz y soñar
despierta y participar de un modo más igualitario en los teatros que entre
primos improvisamos en el patio del jardín junto a la rueda de lo que fuera un
carro. Y que daba al árbol un toisón en quien nadie habría pensado pero dejaba
deducir que ese jardín pequeño con pieza en la que  reposaba  arcilla
para hacer moldes a escala de figuras más complejas…fue no hace demasiado
..plaza amplia y cortijo. que hasta la sola mirada alcanzaba los torreones de
la Hoya que se yerguen contra y sobre el tiempo en la colina de la Alcazaba.






La fantasía sobre la realidad y la
imaginación escurriéndose entre la realidad de lo cotidiano podía ser
realizable no como mundos paralelos a tiempos y unidades de tiempo de diferente
medida sino como mundo cohesionadamente coherente entre nuestra imaginación y
nuestros dedos entre sus historias y pensamientos y la música de un tocadiscos
con la que las chicas bailaban en su propio estilo y emoción desde “Il autumno”
de Vivaldi hasta a José Luis Perales o bandas sonoras de películas, de dibujos
animados o aquella de “If I were a Richman” de El violinista sobre el
tejado a revoluciones de 33 o 45 pero en un tempo liviano y vivaz en su
presencia.



Pero cada vez que me acerco al Jesús
de Perceval que evocan con buen ánimo, hoy algo trabado de huecos que el poco
estudio asienta en quienes no se sientan y estudian, los tiempos y personas que
les precedieron. Las personas que compartieron ideas, tiempo, conversaciones y vicisitudes.
o lucha por hacer de Almería mucho más que un reducto en el mapa que respiraba
por su puerto. Cuanto más oigo sobre él, el que ha quedado en la presencia viva
de otros ciudadanos de todos los puntos cardinales, menos se escapa. un
reproche, un defecto, una debilidad. Habla de gratos recuerdos, pero de u
na evocación sin carne. Obras sobre él y sus conciudadanos
e Indalianos (más de siete) lleno de espíritu evocado ya casi no asentado con
firmeza, pero sin carne. Mas autores habrían sanado esa parquedad, más amigos
vertidos en las letras y en una memoria vital, no habrían hecho acumulación de
recortes obras producidas sin distinción, sin carne, sin latido, crónicas
sumadas menos cerca del debate que la obra y tentación a la controversia que
compusiera Antonio Fernández Gil. Se vuelven a necesitar creadores y
cuestionadores, cirujanos y arquitectos con sentido coherente del barrio en el
que edifican su “huella” en esta ciudad forzada a sufrir injertos de metal.



 



Las comunicaciones por tierra eran
azarosas e impracticables. Dejando aisladas a las poblaciones de la capital y a
la capital de las provincias vecinas, casi al modo de dependencias o cortijadas
con su columna vertebral reposando en el mar hacia el que telas que por
cabotaje iban al resto del Mediterráneo desde sus telares o venían de
Barcelona, Valencia... y en un principio de Marsella. Cuando tiempo después, la
economía era desde Almería: las minas (menas), Uva, Esparto, Naranja, metales
para Europa y otros continentes a manos inglesas y sus inversiones. O bien por
su perfil hacia el Oeste con Granada y Málaga y Norte, Murcia, es la de un Rey
sentado en su trono (de perfil).



Una idea contraproducente es un ánimo
hostil hacia algo o un gesto violento o despectivo hacia persona, actitud o
pensamiento… y eso. en ausencia tan constante.



 



                                                         Fdo:
Victor Mängel

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LA DESNUDEZ DE LAS HORAS